Te cruzas a la plaza
y ahí está otra vez el hombre. Llevando agua por una red de caños, llaves y mangueras
hasta una canilla. Que gran idea, lástima que la canilla está rota y la plaza
inundada.
Pero queda en uno lamentarse por el agua
estanquada o disfrutar de poder ver el momento único y mágico de como un pájaro
que sobre vuela por ahí aprovecha la
oportunidad de refrescarse en ese estanque de agua artificial bajando imponente
con sus alas abiertas de color marrón agigantando su figura y poniéndole belleza al desastre artificial que una vez
más hemos sabido generar.
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